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Claudio Rizzo
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Claudio Rizzo — библиография

  • "El amor no procede con bajeza" Claudio Rizzo
    Del conjunto de las predicaciones de retiros a sacerdotes, religosos/as y laicos, en los a?os, son las comunidades quienes eligen poder refl exionar todos los temas que abordo. En este Libro «El amor no procede con bajeza» (1 Co 13, 5) quise incluir diversos estados de ?nimo que conforman la historia personal y comunitaria ciertamente acompa?adas ambas de las luces y sombras y de c?mo hemos podido o quiz? podremos, a partir de la lectura, comprender para poder integrar y as? convertir n?cleos de nuestra personalidad tal vez no bien identifi cados. As? convirtiendo y convirti?ndonos seremos fi eles al plan de Dios.
  • Los desaf?os de la vida Claudio Rizzo
    A lo largo de la vida, ?qui?n no ha tenido y tiene desaf?os que afrontar? Entiendo que es una tem?tica recurrente en todo ser humano. El modo en que lo afrontemos aducir? el resultado de la vivencia de cada desaf?o. Est?n presentes en todas nuestras dimensiones. Hay desaf?os culturales, nocionales, sociales, econ?micos, intrapersonales, interpersonales, religiosos, ?ticos y espirituales.  En relaci?n al libro que les presento hago una puntuaci?n en los desaf?os ?ticos, intrapersonales, en los religiosos y en los espirituales. Estos cuatro, a mi entender se despliegan en nuestro mundo ps?quico, biol?gico y espiritual. Como nos ense?a San Gregorio Magno: «Cada hombre es un microcosmos». El tiempo transcurre y nos damos cuenta que seg?n el crecimiento que hayamos logrado en nuestra comuni?n con Dios seguramente habr? sabidur?a para poder encausarlos en Dios. No obstante, no todos logran un desarrollo de vida interior. Algunos quieren y no tienen qui?nes los acompa?en, otros s? y tal vez no saben aprovechar lo que tienen a su lado –se distraen–; otros son «intimistas» (no permiten ser instruidos l?gicamente por los que saben). La gama es muy amplia… Y otros como ustedes lectores aprovechan verdaderamente de todo lo que tienen en sus manos. Me he encontrado con personas de un sentido com?n muy desarrollado y he comprobado que este desarrollo les permite ser prudentes, sensatos en el modo de abordar sus desaf?os. En la vida de fe podemos lograrlo. Tenemos todo a disposici?n: los Sacramentos –de modo singular la Eucarist?a– la formaci?n interdisciplinaria, experiencias de oraci?n personales y comunitarias, experiencias que adherimos al poder que engendra la Palabra de Dios en nosotros hasta que aprendemos alg?n d?a que nunca conviene instalarse en un desaf?o sino atravesarlo de la mano de Dios Trinidad, de la Virgen y de la Iglesia. En este libro los planteos que forman parte de mi ense?anza son muy precisos. Depender? de cada uno asumirlos, profundizarlos, hacerlos vida. Entiendo que lo significativo de este libro «Los desaf?os de la vida» se centra en las prioridades maduras y definidas de todos los que somos buscadores de Dios. Seg?n sean nuestras opciones «maduras y definidas» los desaf?os ciertamente nos garantizan la santidad de nuestras vidas. Al referirme a la santidad quiero se?alar el deseo de Dios para el hombre: «vivir en alianza con ?l». En Gn 9, 11 la Palabra nos revela: «Yo establezco mi alianza con ustedes». Paralelamente, a trav?s del profeta Ezequiel 36, 28 encontramos: «Ustedes ser?n mi pueblo y yo ser? vuestro Dios». Como bien sabemos nos ense?a nuestro Se?or Jesucristo: «?Quieres ser mi disc?pulo? Toma la cruz de cada d?a y s?gueme». No hay duda en la experiencia cotidiana que la Cruz es el desaf?o de cada uno. Cuando los desaf?os aparecen tambi?n recordemos que «la Cruz es fuerza de Dios», 1 Co 1, 18. Se?alo, como lo podr?n apreciar las distintas reacciones que nosotros, los hombres, tenemos frente a los desaf?os de la vida. Mis libros se orientan a la relaci?n Fe-vida dado que el cristianismo no es una filosof?a, lo cual queda en aquello que pensamos, sino que es esencialmente un modo de vivir. La atenci?n a tantas personas, las predicaciones de retiros y ejercicios espirituales desde hace treinta y tres a?os consecutivos me han aportado mucho. Intentar aconsejar, consultar a quienes m?s saben, hacer silencio y orar en el tiempo antes de una devoluci?n frente a desaf?os ?lgidos siempre me ha favorecido para poder favorecer.
  • Asumir para transformar Claudio Rizzo
    Una de las fuentes teol?gicas es la ense?anza de los Padres de la Espiritualidad o bien llamados Padres del Desierto. En el siglo II San Ireneo de Lyon dice: «Lo que no es asumido no es redimido». La palabra redenci?n deriva del t?rmino griego «apol?trosis» que traducido significa redenci?n: liberaci?n, sanaci?n, curaci?n. Hoy estas acepciones pueden ser sintetizadas en el t?rmino «reordenamiento». Cada cosa que liberamos o sanamos ciertamente es un reordenamiento. Y para ello necesitamos en algunos casos «nacer de nuevo» como le propuso el Se?or a Nicodemo. En otros, reorientar la vida hacia las cosas de Dios a trav?s de la Iglesia. La conversi?n psico-teol?gica, conjuntamente con una afectividad controlada, nos permitir? asumir para transformar. Asumiremos aquellas cosas, tal vez descontroladas, o quiz? desordenadas. Este libro nos posibilitar? asumir aquellas cosas que conviene incorporar en nuestra vida como la Moral de la Alianza. Dios nos quiere en eterna Alianza. Es su deseo. Leemos en G?nesis 9, 11: «Yo establezco mi alianza con ustedes». Y en la voz prof?tica encontramos «Ustedes ser?n mi pueblo y yo ser? su Dios», Ez 36, 28. En este libro podr?s conjugar los cambios que convienen realizar en el modo de pensar, en el modo de sentir, en el modo de reaccionar frente a las vicisitudes de la vida y las actitudes nuevas que es aconsejable construir a la luz de la formaci?n interdisciplinaria. Ciertamente este abordaje mixto psico-afectivo-teol?gico contribuir? notablemente a nuestro crecimiento y, por tanto, a nuestro acercamiento y vivencia para llegar a ser hombres plenos considerando nuestra naturaleza humana. &t;br/&t; Esta ense?anza paulina nos alienta a los cambios normales, naturales que todas las personas podemos realizar sin reprimir nuestra mente. Para ello se requiere disponerse a amar. Todos por experiencia sabemos que cuando amamos nos sentimos realmente bien. En vez, los opuestos al amor tales como el odio, la agresi?n, el resentimiento, el rechazo, las mentiras, la ponzo?a…no nos posibilitan el deseo de Dios: nuestra conversi?n hacia ?l. Dios nos acompa?a. No temamos a abrazar las propuestas evang?licas y lanc?monos a «vivir seg?n Dios». &t;br/&t; Dios es misterio. Por tanto, nosotros pertenecemos a ese Misterio, el cual se nos manifiesta principalmente a trav?s del car?cter de novedad y de asombro. El Se?or s?lo desea que asumamos con paz, con tranquilidad todo aquello que podemos transformar.
  • La verdad, fuente de santidad Claudio Rizzo
    En este libro octavo trato el contraste entre la verdad b?blica que hallamos en Cristo, Fuente de toda Santidad, y las mentiras y envidias, fruto de las sombras de nuestras vidas, siendo estas en un lenguaje paulino: frutos de la carne, es decir, aquello a?n inconverso en nuestras vidas. &t;br/&t; JESUCRISTO es la Verdad. Se oye a menudo una frase en la que, quienes no conocen o se niegan a aceptar el Se?or?o de Cristo utilizan y es: «Nadie es due?o de la verdad». Cu?n incierta es esta frase apolog?tica (defensiva) que los hombres del mundo, varones y mujeres, usan, y a menudo con mucha firmeza, para frenar que les comuniquen o intenten hacerlo otros desde su fe. &t;br/&t; Algunos opinan que aquellos que la afirman no conocen al Se?or. Otros sostendr?n que lo hacen por ignorancia. Sin embargo, existe la posibilidad de hacerlo para contraponerse en defensa del secularismo (prescindencia de Dios) que se advierte en muchos ambientes ciertamente mundanos, esto es, el mundo como mundanidad. &t;br/&t; Algunas personas no conocen a Cristo, el Se?or, por falta de conocimiento, como sostiene el profeta Oseas. Otros, porque nadie les predica, como ense?a San Pablo en la Carta a los Romanos. Y otros, porque hacen la opci?n de oponerse a las exigencias que el Evangelio nos ofrece. &t;br/&t; JESUCRISTO es la verdad. El Se?or lo revel? «Yo soy la Verdad», Jn 14, 6. Y al ense?arnos que «la verdad nos har? libres», Jn 8, el Se?or nos est? manifestando que solo en ?l seremos libres si «en ?l vivimos, nos movemos y existimos», Gal 2. &t;br/&t; La verdad implica optar por su Evangelio, generar y honrar una identidad bautismal que nos libera del peso del pecado. &t;br/&t; Nuestra alianza con Cristo suscita el deseo de la inocencia de vida, de descubrir que su Luz es nuestra ?nica claridad, de movernos a conciencia sabiendo que ?sta es «el primer vicario de Jesucristo». As? nos lo ense?a San Ambrosio (s. IV), de optar por incorporar los valores del Reino. As? el resto viene por a?adidura. &t;br/&t; El sentido de desnudez interior que produce andar en la verdad otorga mucha paz y bienestar en nuestra alma lo cual genera serenidad dado que se hacen vida aquellas palabras del Sal 62: «Solo en Dios descansa mi alma». &t;br/&t; Sugiero siempre releer cada cap?tulo por sus contenidos y sus reflexiones. &t;br/&t; Agradezco a nuestro Padre Eterno en la persona de Cristo por donarnos su Esp?ritu para provecho com?n, 1 Co 12, 7. &t;br/&t; A la Virgen Santa por acompa?arme en cada predicaci?n e instruirme con su oraci?n. Y a todos los hermanos que tanto en mis programas radiales desde hace veinticuatro a?os consecutivos est?n en las sinton?as buscando al Dios de la Vida… &t;br/&t; Agradezco renovadamente a Pedro, sacerdote verbita, que como director de la Editorial Guadalupe me acompa?a cercanamente en todas mis publicaciones. &t;br/&t; Sigamos construyendo el Reino.
  • El crecimiento empieza donde la acusaci?n termina Claudio Rizzo
    Nuestra mente, como ense?? Adler, es «una red de subterfugios». Utilizando el s?mbolo de la red, quedan atrapados entre otros, pensamientos y sentimientos de culpa, a veces asumidos y otras no. Claro est? que todo depende desde d?nde los reconocemos. A veces desde la conciencia moral (podemos distinguir lo bueno de lo nocivo) y en otras ocasiones los podemos llegar a reflexionar desde la conciencia religiosa (Gaudium et Spes 16) que consiste en «escuchar la voz de Dios» b?sicamente manifestada en su Palabra. &t;br/&t; S? que es un tema complejo tratar la conciencia. Me vienen a la mente aquellas palabras que nos ense?? San Ambrosio y son «la conciencia es el primer vicario de Jesucristo», lo cual equivale a que nos representa ante Dios. &t;br/&t; Propongo desde la Misericordia de Dios manifestada en la Escritura poder reconocer que hay una diferencia notoria entre la palabra responsabilidad" y «culpa». ?ticamente la primera eleva… en vez, la segunda hunde a un ser humano. &t;br/&t; El Se?or Jesucristo en Lc 4, 18 nos recuerda que ?l vino a «dar la libertad a los oprimidos». La opresi?n como experiencia de oprobio que genera la culpa es realmente demoliente ya que anula la posibilidad de pensar y restituirse a la moral de la alianza con Dios. Indudablemente, se ntremezclan voces acusadoras del consciente colectivo (de la trama historial) de una persona. Tambi?n irrumpen voces inculpadoras, enjuiciatorias y hasta algunos se toman la atribuci?n de hablar en nombre de Dios utilizando argumentos tales como «Dios te va a castigar», «ya ver?s». Cierran, indefectiblemente la posibilidad de la conversi?n y hasta desean la muerte… &t;br/&t; Adem?s, se presentan en las personas religiosas no bien formadas, los llamados «escr?pulos» en la voz de San Ignacio de Loyola. Hoy los definimos como obsesiones que en algunos casos llegan a ser recurrentes. &t;br/&t; Por eso, en este Libro desarrollo la complejidad de este sentimiento y las v?as de sanaci?n comenzando por sopesar la veracidad del mismo. Cuando a la base de la personalidad existe otro sentimiento que es el de inferioridad, o bien descalificaciones, humillaciones o acusaciones proferidas a otros o recibidas, muy simplemente resulta descubrir que las personas que no han incorporado a su proceso de conversi?n este sentimiento de culpa, est?n siendo asiduamente provocadas por el mismo. Por eso, no temamos asumir para transformar… &t;br/&t; La culpa com?nmente se entrelaza con el miedo y con la desesperaci?n, en ambos casos: tanto aquella ocasionada como la recibida. Los errores son exigencias propias del aprendizaje. &t;br/&t; La mente tiene habilidades. Hay cosas que son conscientes y otras las soterramos en el inconsciente. Por tanto, se producen represiones neur?ticas que pueden llegar a sujetar la vida. As? nunca seremos felices. La mente humana es como un jard?n. Si queremos que crezcan flores, hay que arrancar las malas hierbas. Reprimir nuestras emociones no es bueno. &t;br/&t; Apoy?ndome en la experiencia de d?cadas de atender a muchos hermanos y hermanas de la Iglesia y escuchar sus relatos para intentar brindarles una orientaci?n en sus asuntos desde la fe, me encuentro con actitudes que se reiteran una y otra vez tales como los autorreproches que no pocas veces desembocan en autocastigos. As? es que podemos caer en una psiconeurosis religiosa cuando somos apoderados por la incorrecta vivencia de la culpa. Es una experiencia muy subjetiva. &t;br/&t; En este libro apelo a la s?ntesis y entiendo que nocionalmente podemos descubrir el camino para erradicar sentimientos de estas caracter?sticas. Sabemos que la Palabra de Dios «ejerce poder en los creyentes» (1 Tes 2, 13). Ser creyentes implica "estar en el camino" y «estar en el camino» nos asegura como ense?a San Pablo en la Segunda Carta a los Corintios que "somos nuevas creaturas".
  • &uot;El amor no procede con bajeza&uot; Claudio Rizzo
    Del conjunto de las predicaciones de retiros a sacerdotes, religosos/as y laicos, en los a?os, son las comunidades quienes eligen poder refl exionar todos los temas que abordo. En este Libro «El amor no procede con bajeza» (1 Co 13, 5) quise incluir diversos estados de ?nimo que conforman la historia personal y comunitaria ciertamente acompa?adas ambas de las luces y sombras y de c?mo hemos podido o quiz? podremos, a partir de la lectura, comprender para poder integrar y as? convertir n?cleos de nuestra personalidad tal vez no bien identifi cados. As? convirtiendo y convirti?ndonos seremos fi eles al plan de Dios.
  • Nuestros enojos Claudio Rizzo
    Es un placer y una bendici?n poder presentarles mis libros y enterarme del bien que Dios a trav?s de ellos est? haciendo en tantas personas bautizadas y otras que se est?n acercando al Camino entendiendo cada d?a m?s su significado. As? sucede con mis cuatro libros anteriores en su orden respectivo: «El Sentido de la Vida»; «La Ansiedad y nuestros interrogantes»; «La Soledad en estos tiempos»; «El Amor no procede con bajeza» (sobre la histeria, las crisis, los traumas y la tristeza) y ahora mi quinto libro «Nuestros enojos: conflictos enigm?ticos». &t;br/&t; En el servicio de atenci?n en las consultas de lo que llamamos «acompa?amiento espiritual», me encontr? con hermanos en distintas comunidades que en el fondo de sus corazones albergan desilusiones rencorosas, a veces, resentimientos revestidos de envidia o celos?a, en otras ocasiones ponzo?a e incluso odio… &t;br/&t; Todas estas emociones agitan la vida interior y nuestra alma comienza a contaminarse desde sus pensamientos, muchas veces «bien configurados» hasta sentimientos muy contenidos y con poca perspectiva de cambios… &t;br/&t; Cuando nuestros pensamientos que tienen «forma y vida» se desarrollan en concordancia con la aceptaci?n de nuestros sentimientos y emociones, el m?s afectado siempre es aquel que los posee. Y solamente el proceso de conversi?n de los cristianos es el que en verdad va generando cambios actitudinales que son la expresi?n de nuestros pensamientos y sentimientos conversos. Como podemos darnos cuenta, la inteligencia y la buena disposici?n son la base evang?lica para poder entrar en el proyecto salv?fico que el Se?or Jesucristo nos ofrece: la santidad. &t;br/&t; M?s a?n, si no queremos ser santo, ?qu? sentido tiene ser «creyentes»? El creyente se adhiere, cree hasta lograr en un estado de alianza con el Se?or, una convicci?n en la que «Solo en Dios descansa mi alma» (Sal 62). &t;br/&t; Es por ello que en esta colecci?n de reflexiones me inclin? por profundizar nuestra vida de fe con la Palabra y aportes cient?ficos humanos que nos permitir?n erradicar nuestros enojos. Claro est? que debemos determinarnos a revisar nuestra vida con sus luces y sombras, ya que somos seres hist?ricos. Hay cosas que advertimos en nuestra historia y otras que seguramente a trav?s de este libro podremos lograr descubrir. La revisi?n de vida es fundamental especialmente cuando experimentamos enojos… &t;br/&t; Los enojos son fuerzas negativas y seg?n d?nde se ubican en nuestra vida, esas fuerzas m?s r?pidamente destruir?n o al menos lo intentar?n, la capacidad de disfrutar y sentir el verdadero amor de Dios. Los enojos pueden establecerse en reacciones recurrentes y ?stas conocen solo el car?cter transitorio. Dir?amos que estamos a tiempo de no complicarnos la vida sino de ejercer un cambio esencial con la ayuda del Esp?rito Santo. &t;br/&t; En vez, si los enojos ya llegaron a enraizarse en nuestros sentimientos, el trabajo ser? m?s complejo dado que los sentimientos suministran energ?a al cerebro y act?an como modo de ser. Mientras duren los enojos nuestro comportamiento ser? de fastidio, de rechazo e incluso hasta de discriminaci?n. &t;br/&t; El Esp?ritu no niega a nadie la capacidad de «ver». S? requiere que la humildad sea nuestra compa?era de vida. A la luz de la Sabidur?a b?blica se entiende que ?sta es «el reconocimiento de la propia fragilidad humana». &t;br/&t; ?Nos sirve acaso creer que somos cristianos si no hay en nosotros un proceso metamorf?sico (de conversi?n)? Sucintamente, sepamos que convertir significa transformar una realidad en otra. Entiendo que siempre estamos a tiempo; no importa nuestra edad. S? importa vivir en la tierra anticipadamente el Cielo. No nos ser? posible si no optamos por realizar este proceso. &t;br/&t; Sigamos el consejo del Libro sapiencial Coh?let: «No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo se alberga en el pecho de los necios» (Coh 7, 9).
  • Dios perdona y olvida Claudio Rizzo
    Un nuevo libro de Claudio Rizzo, titulado: «Dios perdona y olvida – el perd?n y el amor de Dios». &t;br/&t; Por experiencia sabemos que el olvido es lo que m?s cuesta debido a que la memoria tiene la funci?n de «evocar», recordar, y si no interviene la voluntad, se tornar? complejo, hasta imposible, llegar a olvidar por un acto de Fe en Jes?s Misericordioso. En este libro se trata una cuesti?n fundamental: «la emoci?n y el sentimiento» particular que el Se?or Jes?s enfatiz?; y este ?nfasis es el perd?n de Dios. &t;br/&t; A lo largo de las 11 Predicaciones que encontraremos en el libro «Dios perdona y olvida», descubriremos, entre otras reflexiones, que el perd?n se trata de un encuentro de desnudez interior frente al Padre de Misericordia cuya imagen la vemos claramente en Cristo el Se?or. ?l es ?cono de la Misericordia del Padre. Como nos ense?a San Pablo: «Tengamos entra?as de Misericordia…». Para vivir la experiencia del perd?n, el espacio interior es fundamental. Dios se manifiesta en la Carpa del Encuentro, esto es, cuando el hombre percibe la invitaci?n de Dios a la reflexi?n y al Silencio de Dios. Y cuando experimenta el perd?n regalado por Dios, perd?n a ser compartido a las dem?s personas.
  • La soledad en nuestros tiempos Claudio Rizzo
    La soledad es nuestra compa?era de viaje. En alg?n momento de nuestra vida, nos har? sentir su presencia certera, de manera dolorosa e hiriente. ?Qui?n no conoce de las soledades del hijo o del hermano que se fue, del anciano en el geri?trico, del enfermo terminal, de la familia dividida, del desocupado, del migrante…? &t;br/&t; ?Y cu?ntas veces hemos sentido las mordeduras de nuestras propias soledades! Y conocemos, imaginamos, sentimos, nos acercamos a la soledad de Jes?s en el Huerto, y la soledad de la muerte en la cruz. &t;br/&t; 'La soledad en estos tiempos' vividos desde el ailamiento y la cuarentena por la pandemia. Es la soledad corrosiva que a muchos amarga y entristece. &t;br/&t; Pero tambi?n experimentamos la soledad como camino de plenificaci?n, sinti?ndonos acompa?ados en el camino por muchas hermanas y hermanos; y por la caricia caminante del Dios con nosotros. &t;br/&t; De ?stas y otras soledades nos habla este nuevo libro de Claudio Rizzo que se titula: 'La soledad en nuestros tiempos".
  • La ansiedad y nuestros interrogantes Claudio Rizzo
    As? como Dios me ha permitido presentar en la Feria Internacional del Libro 2019 el libro que titul? «El Sentido de la vida», hoy me da la bendici?n de publicar «La Ansiedad y nuestros interrogantes». &t;br/&t; Vivimos en un mundo muy desordenado en el cual las personas viven bajo el influjo de una ansiedad flotante. Al cronificarse este modo de vivir, «el sentimiento de prisa y preocupaci?n», hace lo suyo: roba el presente real y tensa hacia un futuro irreal, lo cual genera que, frente a las aspiraciones trascendentales que cada persona posee, se busquen caminos, salidas que no son siempre Jesucristo el Se?or. &t;br/&t; Esta misi?n predicativa de m?s de treinta y dos a?os consecutivos posibilit? que fuera y siga yendo a tantas comunidades eclesiales de sacerdotes, religiosos, monjas y laicos en las que dejo semillas del kerygma. En ellas no solo predico, sino que escucho. La escucha, incluso, me permite aseverar esta verdad que sostengo: es improbable renunciar a una cierta ansiedad en medio de la construcci?n del Reino y de la vida consagrada. Son muchos los «frentes abiertos» que debemos afrontar… Por eso, es ineludible pensar que la ansiedad no afecta a los bautizados. Entiendo que no todas las personas tienen quienes las gu?en en una espiritualidad profunda de modo que les permita «descargar sus inquietudes en el Se?or, ya que ?l se encarga de nosotros» (1 Pe 5, 7). &t;br/&t; No permitamos que la ansiedad logre ser hu?sped de nuestra alma, sabiendo que ella descansa en Dios (Salmo 62). La presencia viva de Cristo Resucitado en el alma de un bautizado, junto con la formaci?n interdisciplinaria como la que habitualmente compartimos en mis predicaciones, ayudan notablemente a reorganizarse interiormente y a encauzar por caminos evang?licos los desaf?os positivos y negativos que debemos afrontar cada d?a. Asimismo, doy gracias a Dios por ver a tantos hermanos «animados por el Esp?ritu» (Rom 8, 14). &t;br/&t; S? que este compilado de predicaciones favorecer? a quienes profundicen a la Luz del Esp?ritu los contenidos de este libro. Agradezco al Padre, en la persona de Jesucristo por la edici?n de mi Segundo Libro. Tambi?n al Pueblo de Dios (sacerdotes, religiosas y laicos) que tanto entusiasmo mostr? y muestra ante la posibilidad que la Divina Providencia suscita al poder editar predicaciones que con distintos matices contribuyen a superar y/o a sanar, en el sentido de ordenar situaciones, conflictos, desaf?os que nos toca vivir socio cultural-pol?tica, econ?mica y ?ticamente en nuestros d?as. &t;br/&t; A la Virgen expreso mi gratitud sincera ya que desde agosto de 1987 me acompa?a y gu?a en este Itinerario permanente del Anuncio de la Palabra y la doctrina de la Iglesia. &t;br/&t; "Felices somos porque lo que agrada al Se?or se nos ha manifestado" (Baruc).
  • El sentido de la vida Claudio Rizzo
    Dios ha querido que mis escritos lleguen a manos de tantos varones y mujeres de fe y as? podamos seguir madurando en un continuo proceso de formaci?n permanente e interdisciplinaria. Como personas, entiendo, no se puede vivir y celebrar la fe en forma disociada de la vida cotidiana. Siendo la fe un «modo de vida» y no solo pensamientos,se hace complejo no mirar la vida «seg?n Dios». Como ense?a San Pablo «Vivo de la fe en Aquel que muri? y se entreg? por m?». Tambi?n el ap?stol nos aporta que «el hombre no se salva por cumplir con la ley sino por creer en Cristo Jes?s». Entonces, para «vivir de la fe en Cristo y creer en Cristo» necesitamos hacer un proceso de integraci?n entre la fe y la vida. En verdad, nuestra vida debe ser un fiel reflejo de la fe que profesamos. Por eso, necesitamos incorporar los aportes cient?ficos y universales de otras ciencias humanas al saber de Dios: la Teolog?a. Cuando hay docilidad, cada predicaci?n es como el agua que sacia la sed y suscita nuevos horizontes… Las etapas de la vida son distintas; tambi?n las circunstancias. Por tanto, la experiencia de la vida es fluctuante. Siempre dependemos de nuestras circunstancias, tanto intr?nsecas como extr?nsecas. Sin embargo, al entrar en «la moral de la Alianza con Cristo», aquello que es intr?nseco, tendr? siempre nuevas perspectivas. Su Presencia, lo que en dogm?tica llamamos «estado de Gracia», genera diariamente «asombro y novedad», lo cual posibilita la «paz y el bienestar» que solo Dios puede darnos. Cada predicaci?n tiene una introducci?n, un desarrollo y una conclusi?n. Es recomendable detenerse y reflexionar el n?cleo central. Al final, conviene autoevaluarse con el ejercicio «Nos preguntamos y nos respondemos». Deseo que cada lector pueda «ejercitar espiritualmente» los contenidos del libro que contribuyen a clarificar «el sentido de la vida».